domingo, 20 de septiembre de 2015

Algo sucede y ...

desde el momento en que sucede, nada puede volver a ser lo mismo".
¡ Gracias Paul Auster!.

No sé lo que siente un pintor cuando acaba su lienzo. Lo ignoro.
No tengo la más remota idea de cómo ven sus ojos cada color, cada tono mezclado con blanco, o potenciado con pantones profundos. No puedo comprender cómo dibuja ArT en el trayecto que da cada curva con el pincel; o si se enrabieta acaso si alguna cerda, o pelo, del pincel se queda en el lienzo enganchada con "ese" tono que tanto costó lograr.

Yo me dedico a escribir. Las musas se despiertan conmigo cada mañana. Desde que tengo uso de razón y en casa me decían "Silvina Bullrich".

Nunca hablé con el cerebro de un pint@r. Aunque he conocido y mantengo relación con alguno que otro. No lo hice porque si callan, "por algo será".
No lo hice pero creo que sus manos se deben sentir vivas de poder matizar en tonos y rugosidades en ese "temido" cuadrado en blanco. Parecido a este rectángulo que ahora está lleno de mis garabatos.
No lo he hecho pero puedo adivinar el brillo de su mirada, y el suspiro de satisfacción cuando coloca su garabato final identificativo. Cuando luego, retrocede para que su mirada coja perspectiva y por unos instantes deje ya de ser autor - creador - para convertirse en expectador...
Coger perspectiva. Algo así como no reaccionar en caliente, esperar y decir pausadamente lo que te pasa por el alma.
Eso es más o menos lo que siento yo cuando las palabras juegan conmigo. Cuando las espero, las articulo, pienso detenidamente si lo "digo" en español o en inglés. Si dejo colar algún término en português o si acaso el concepto logrará ser mejor decodificado si llega al lector con la pasión del italiano.

Cuando el pintor retrocede, coge perspectiva y observa, creéis acaso que se cuestiona si esa "obra" está, o no, bien hecha?

No lo creo porque él lo sabe, como todos los que alguna vez hemos intentado descifrar qué aspira transmitir una obra colgada en una sala acariciada por luces tenues y sonido de fondo.

Soberbia aparte, ese pedazo de él siempre estará bien hecho. Por su lealtad, su tiempo, sus no ganas a veces y su perseverancia, a la par que el entusiasmo para hacerlo.
- Siempre lo estará. Si esas manos pintaron, la obra está bien hecha.

Mientras me pidáis que lo siga haciendo tendréis mi lealtad. Gracias por alentarme a "Keep writing, V.". De corazón, g r a c i a s.

Amén.



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